EL CASO DE CONNECTICUT
En 1986, Carmen y Al Snedeker rentaron una casa en
Connecticut para poder estar cerca del hospital en el que su hijo estaba
recibiendo un tratamiento, pero ellos no sabían que la casa tenía un pasado
oscuro y que en el sótano escondía una casa funeraria y una morgue.
Supuestamente, después de mudarse, su hijo comenzó a
tener visiones aterradoras, las luces se encendían solas, los objetos se movían
sin explicación y, de vez en cuando, el agua supuestamente se ponía roja, y eso
fue lo que los llevó a llamar a Ed y Lorraine Warren, quienes determinaron que
todo eso se debía a los fantasmas de las personas que fueron llevadas a la casa
funeraria, así que la familia decidió mudarse.
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